domingo, junio 03, 2007

Quisiera ser una lagrima tuya, para nacer en tus ojos y morir en tus labios.

La fría noche no podía contra nosotros cuando al abrazarnos calentábamos más que el sol que se había puesto. Tu cuerpo pegado al mío, tus labios sobre mi piel, los míos en tu cuello, y solo la confusión que la pasión sentida puede entender; es aquello por lo que mi noche de sueños fue agitada tal como el mar de Venus. Tus piernas son la escalera al reino de las tentaciones y yo su conquistador. El infierno debe haberse congelado, como coincidimos esa noche al respecto, ya que no es posible que nada en el universo se mantenga impasible ante nosotros. La mazmorra nos espera, para otra aventura, otra noche de pasión y ardiente deseo.

Que pasa? Quien sabe. Me siento resplandeciente, da miedo en ocasiones. Como si fuera a explotar. Elevando mi ser por sobre todo. Tengo miedo de caerme, solo un poco. Mejor termino de exponer las enseñanzas orientativas de sensei, ultima parte señores, ya cumplí:

Como William Blake expresa en su poema, respecto de ese amor egoísta: " El amor que busca satisfacer el yo Ata al otro a su deleite: Se regocija en la incertidumbre del otro, Construye un Infierno en el Paraíso"
A fin de, amar genuinamente, debemos ser libres. Ser libre conlleva entonces, descubrir nuestro valor intrínseco. En el soneto citado anteriormente, Shakespeare dice: "Que nada impida la unión de mentes en perfecta armonía. Presenten los impedimentos". Uno de los grandes impedimentos a nuestra capacidad de amar es la ilusión respecto de la verdadera naturaleza de nuestro ser. Ese tipo de ilusión conduce a una ausencia de capacidad y a la dependencia.

Fantasias pervertidas de ayer y hoy presentó...

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